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viernes, 22 de abril de 2011

ENTREVISTA Claudia Cota:“El canto es un don prestado”.

Claudia es una soprano mexicana que ha interpretado
en nuestro país diversos roles operísticos del
repertorio ligero y coloratura. Igualmente ha
destacado, ahora incluso internacionalmente, en el género
del musical. En la actualidad, se encuentra en Argentina,
interpretando el rol de Christine Daaé en El fantasma de la
Ópera de Andrew Lloyd Webber.

Claudia Cota Gámez es una intérprete sensible, de un aura
particularmente luminosa en el escenario y una voz prestada
del cielo. Es una artista muy espiritual, de trato agradable y
simpático humor que dialogó con nosotros en exclusiva, para
conocer más de cerca su atractiva personalidad y su relevante
trayectoria profesional.


Claudia, ¿cómo te acercas al mundo del arte, en particular 
de la música y el canto?
Mira José, desde muy pequeñita, mis padres nos enseñaron
a apreciar la música; mi papá nos ponía a escuchar y jugaba
con nosotros para ver quién adivinaba de qué compositor se

trataba lo que acabábamos de oír en el radio. Poco a poco
se convirtió en un hábito escuchar y saber de quién era la
composición.

Inicié las clases de arte en el INBA No. 4: ballet, pintura y yo
me colaba a las clases de solfeo, piano y coro. Ya estando en
el Conservatorio comencé estudiando piano y después canto.

Mis primeros encuentros con la ópera fueron en el taller del
maestro Enrique Jaso y mi debut con una orquesta sinfónica
fue cuando mi maestra de canto, en aquel entonces, Eugenia
Sutti, me recomendó con el maestro Mario Rodríguez
Taboada. Fue entonces cuando comenzó a despuntar mi
carrera profesional. Y en 1999 debuté en comedia musical
con El fantasma de la Ópera.


¿Cómo descubres tu voz y qué te gusta cantar?
Soy egresada del Conservatorio Nacional de Música con la
licenciatura de cantante de ópera y concierto. En realidad,
yo canto desde que tengo uso de razón; en festivales de la

escuela, en eventos familiares. Decidí estudiar canto porque
cuando estudiaba piano con Aurora Serratos, siempre nos
pedía que dijéramos las notas cuando tocábamos y, bueno,
yo no sólo las decía, sino que las entonaba todas (risas).

Un día Aurora me preguntó por qué no estudiaba canto.
No sé si lo dijo pensando que en el canto la haría mejor
o porque escuchaba que sí era entonada. Decidí entonces
buscar maestro y llegué con Rosita Rodríguez, con quien
estuve sólo un año. Posteriormente, me cambié con el
maestro Jaso y después me cambié con quien fue en definitiva
mi pilar en el inicio de esta carrera y quien me formó
vocalmente: Eugenia Sutti. Ella se encargó de darme la
seguridad que me hacía falta, hizo un verdadero trabajo de
hojalatería tanto en mi voz como en mi cabeza.


¿Qué recuerdas de tu proceso vocal con el maestro Jaso? 
¿Qué te decía sobre tu voz?
Bueno, al maestro Jaso le debo el amor al teatro, a hacer la
ópera. Sin embargo mi desarrollo vocal no lo logré con él
sino con Eugenia. El maestro Jaso me decía que mi voz era
“gachita” pero que le echara ganas... Igual todo está bien
con el maestro Jaso. Yo lo quiero mucho y él lo sabe. Y él ha
dejado una huella como nadie en nuestro mundo de la ópera
en México y el amor que él nos enseñó a tenerle al teatro
dentro del ámbito operístico nadie, creo no equivocarme, lo
ha superado.


Por otro lado, Eugenia desde el primer día que me escuchó
me dio seguridad diciéndome que mi voz era muy valiosa
y muy bonita. Le doy gracias a Dios por la vida de Eugenia
Sutti, pues cuando la conocí yo ya estaba considerando
no dedicarme más a cantar porque no avanzaba y ningún
maestro me quería aceptar como alumna por tener cupo
lleno. Dios me la envió, me escuchó y desde el primer día
sentí que era ahí donde yo debía estar.


¿Qué ocurrió a nivel familiar cuando decidiste dedicarte 
al canto y al arte?
En un principio, mi hermana Alma Rosa (que fue una de
las mejores bailarinas que ha tenido la Compañía Nacional
de Danza) y yo, recibimos todo el apoyo de mis padres.
De hecho, Alma Rosa estudió en San Petesburgo ballet
clásico, becada por la embajada de México. Pero como
a la gran mayoría, me exigían una carrera “universitaria”,
así que al ser yo una pésima estudiante de diseño gráfico,
decidí dejar la carrera y dedicarme por completo al canto.
Terminé convenciendo a mi familia de que esto era lo que
verdaderamente iba a hacer y sabía que si me dedicaba por
completo a ello iba a ser buena.


Sobre la actuación, que es también una de tus facetas, 
¿qué puedes platicarme? ¿Cómo te has preparado en ese 
sentido?
Me he preparado estudiando en el Conservatorio, leyendo
libros, observando mucho, sintiendo mucho la vida misma,
para así poder prestarle al personaje mis emociones. Y lo más
importante: es sobre el escenario donde se forma un artista,
con el aporte que cada director de escena te da.


Cuéntame sobre tu experiencia en el Concurso Nacional 
de Canto Carlo Morelli en 1997, cuando estuviste entre 
los ganadores.

Fue una experiencia que no tuvo para mí grandes
repercusiones. Yo tomé el Concurso Carlo Morelli para
prepararme para el primer Concurso de Canto de la
Universidad de Xalapa, donde gané el primer lugar,
compartido con Laura Chuc, y el premio a la mejor
interpretación de música francesa. Este concurso sí tuvo
repercusiones importantes en mi carrera, ya que después
canté el Concierto para Soprano Coloratura y Orquesta
de Reinhold Glière con el maestro Francisco Savín y di un
concierto de música del impresionismo francés. A partir
de ahí fueron sucediendo más cosas. Comencé a tener
una carrera en ascenso, cantando con las orquestas más
importantes del país, haciendo ópera y música de concierto.


¿Qué tantas oportunidades encontraste en nuestro país 
para desarrollar tu carrera?
Para comenzar a desarrollar mi carrera, las que te acabo de
mencionar, pero para mantener el desarrollo de la misma,
mmm...  ¡Por algo estoy en Argentina (risas)! Yo creo que
no busqué muchas oportunidades. A veces te quedas con la
idea de que ya vieron tu trabajo y esperas a que te vuelvan a
llamar, pero creo que la labor del cantante es hacerse siempre
presente. Y en ese sentido yo soy medio colgada
(como dicen aquí en Argentina), o de perfil bajo.
Necesitaría tener un muy buen representante que haga ese trabajo por mí.



Platícame de tu incursión en el género del musical…
En 1998 terminé mi carrera y justo ese año audicioné para El
fantasma de la Ópera en México, que se estrenó en diciembre
de 1999. Éste fue mi primer paso firme dentro del musical,
género que me cautiva y enamora. Posteriormente, hice Los
miserables y La bella y la bestia.


Fantasma fue el parteaguas en mi carrera. Entré haciendo dos
funciones a la semana porque yo era alternante de Christine.
En las 100 representaciones, la Christine titular sufrió un
accidente en escena y me quedé yo, haciendo seis funciones
de las siete que eran a la semana, durante mes y medio:
¡imagínate!


Después pedí a Morris Gilbert un remplazo de por lo
menos una función, porque yo me sentía realmente agotada.
Christine es un personaje tremendamente demandante, no
sólo a nivel físico, sino a nivel emocional. Tiene muchísimos
matices y todas las emociones se van desarrollando, teniendo
como hilo conductor el miedo y la curiosidad que tiene
Christine por conocer a “su ángel de la música”.  Es una obra
que vocalmente te lleva del registro ligero al
dramático al mismo tiempo que el personaje va
madurando.


Y bueno, aquí no hay descansos entre función
y función, como en la ópera. Pasado ese mes
y medio, me quedé haciendo la mitad de las
funciones en toda la temporada, que duró un
año y un mes.


En Miserables yo interpreté a Cosette, un
personaje más sencillo actoralmente, aunque
con el reto de hacer que perdure en la mente
de las personas, ya que puedes caer en el punto
de que este personaje, en particular, resulte
aburrido y un tanto gris. Y me gustan esta
clase de retos. Con el tiempo he comprobado que la gente
sigue recordando mi Cosette. Vocalmente, tiene la dificultad
de cantar en el centro y te pide un Do agudo muy piano y
prolongado en el trío entre Marius, Éponine y Cosette. Y a
nivel físico te pide que entres corriendo en un giratorio que
se está moviendo rápidamente. ¡Muy divertido!


Bella y Bestia fue un regalo de Dios para mí, porque por
primera vez en mi vida formé parte del ensamble e hice cover
de Bella. Fue una experiencia más a nivel personal. Es bueno
no ser siempre la protagonista, sobre todo en temporadas
tan largas, en la que entras con una cara de felicidad y
entusiasmo y sales con otra, “destruida” de agotamiento
(risas).


Ahora, durante 2009, me trajeron a Argentina para
interpretar nuevamente a Christine Daaé, sueño que me
es concedido por mi Padre Celestial. Se trata del sueño
de volver a hacer esta hermosa obra y de interpretar este
bellísimo personaje por segunda vez.


Dicen que la disciplina de participar en un musical es 
muy distinta a la de participar en una ópera. En

tu perspectiva, ¿esto es así? ¿Qué se requiere física y 
anímicamente para salir diario al escenario, te sientas 
como te sientas?

Es completamente diferente a la experiencia que yo he tenido
de hacer ópera (sólo en México, aclaro). Es como entrar en
una casa con una nueva familia que vas a ver durante por
lo menos seis meses, de miércoles a domingo. Los ensayos
son de dos meses, aproximadamente. Puede variar: siete
horas diarias el primer mes, y hasta 10 horas en el montaje
total. Hacer función diario te da una resistencia mental sin
precedentes, aunada a la resistencia física. En lo emocional
te da disciplina pues, como me comentas, te sientas como te
sientas tienes que manejarlo y subir al escenario, dar el 110%
de energía y hacer que las personas disfruten del espectáculo
y se vayan a su casa con la satisfacción de que valió la pena
gastar tanto dinero.


Y como intérprete, ¿qué hay de semejanza y de diferencia 
entre la ópera y el teatro?
Las semejanzas son que actúas en un teatro, cantando y
actuando. La diferencia es que usas absolutamente todos los
recursos técnicos y de sonido que un teatro te puede ofrecer,
y que no sólo cantas y actúas, sino que también bailas al
mismo tiempo. La comedia musical te ayuda
a extender tus alas como cantante, te lleva a
ser una mejor actriz e intérprete. Cuando no
hacía comedia musical me perdía de uno de
los mejores géneros que un cantante puede
vivir para desarrollar al máximo todo aquello
que usas en un escenario de ópera. De hecho,
cuando regresé a hacer ópera, me sentía más
plena y con más disposición de aceptar grandes
retos escénicos que antes de hacer comedia
musical.


Cuéntame todo sobre El fantasma de 
la Ópera en Argentina. ¿Cómo surgió la 
invitación, cómo te ha ido?
Es toda una historia: cuando terminó Fantasma
en México, se decía que la llevarían a Argentina. Yo hice a
Dios una petición que era la de ser Christine en Argentina
como titular. Después el proyecto en Argentina se cayó, pero
en mis momentos de oración yo le recordaba a Dios mi
sueño de volver a hacer este personaje maravilloso, y de vez
en vez lo pedía.


Cuando terminó La Bella hice audición para La novicia
rebelde. Todos sabíamos que ya estaba Bianca Marroquín
como María; aún así, yo fui a audicionar para que vieran
que yo soy María (con esto quiero decir que tengo la voz
adecuada para el rol y que doy el casting). Me llamó Claudio
Carrera y me dijo que me querían para La Baronesa. Bueno,
negocié con ellos y quedaron en llamarme.


Justo ese día una compañera argentina me comentó que el
cast para Fantasma estaba completo. En eso recuerdo mis
oraciones y sin dudarlo le dije a Dios: “Señor, si tú tienes
para mí ese personaje, yo te pido que a la Christine que
hayan elegido le ofrezcan algo mejor y que ese lugar quede
libre para mí”. En tanto, sigo esperando la llamada de
Claudio Carrera. Y pasa una semana… y dos… y tres… y

nunca me llaman. Después me enteré que ya tenían Baronesa
y yo estaba en el aire.


Pero yo sentía en mi corazón que Dios tenía algo grande
para mí y decidí confiar en Él. Un día me llaman del Teatro
Telmex y me dicen que vaya a audicionar para Christine
para la puesta en Argentina, porque no tenían Christine.
Fui, audicioné y quedé. Llegando a Argentina me enteré
que a la chica que era Christine la llamaron de Broadway…
¡para hacer Amor sin Barreras! Ella se fue y quedé yo como
Christine. ¡Ésa es la historia!


Al principio había enojo de parte de algunas personas del
espectáculo. Se preguntaban: “¿por qué traer una actriz de
México si en Argentina hay mucho talento?” Incluso en algún
periódico hicieron comentarios un poco despectivos hacia “la
mexicana”. Yo fui paciente y me dije: “Bueno, cuando vean mi
trabajo sabrán por qué me llamaron a mí”. Ahora cuento con
el respeto de estas personas y cuando me vieron no tuvieron
más que reconocer que habían hecho bien en llevarme a
hacer Christine.


El público me ha aceptado muy bien. Me quieren, me
respetan y lo más hermoso es que, cuando salgo del teatro,
la gente se me acerca y me dice: “Gracias por ser nuestra
Christine argentina, no queremos que te vayas”. Muchas veces
me abrazan y no paran de llorar; es algo muy bello. Gente de
Perú, Brasil y otras partes del mundo han visto mi trabajo y
les gusta.


Me platicabas que en esta producción tu interpretación 
la sientes mucho más madura, muy distinta de cuando 
abordaste esta obra en México. Dime, ¿qué ha cambiado?
Ahora canto más relajada. Soy más madura en todos los
sentidos, y hacer por segunda vez un personaje te da muchas
más posibilidades de seguir buscando, ahora con más
recursos que hace nueve años.


Vocalmente, me encuentro en un muy buen momento. No
estoy en mi mejor momento porque mi mejor momento está
por venir, lo sé. No sé cómo, no sé si en el musical, como
artista independiente o como cantante evangélica. Es toda
una aventura. Así vivo yo: en espera de lo que Dios tenga
para mí. Él siempre me sorprende y me da mucho más y
mejor de lo que yo misma puedo proyectar en mi mente.


En este momento me encuentro al 100 por ciento con
Fantasma. No me da la energía para nada más y me siento
muy satisfecha.


¿Cómo te preparas para acometer una partitura, un 
personaje por primera vez?
Voy dejando que el rol sea él mismo; lo escucho, lo conozco,
me intereso por él, por su realidad. Ya que me he hecho su
amiga, comparto con él mi experiencia de vida y ya que
entramos más en confianza le propongo que hagamos que su
experiencia lleve también parte de mi esencia y así surge un
personaje muy impregnado de mí, de mi vida y mis pasiones.
Por eso también soy muy selectiva con lo que interpreto.


Cuando abordo algo nuevo, busco un CD para escucharlo y
saber más por donde va la música. Luego selecciono lo que
canto y estudio con algún repasador o maestro de canto. Yo

soy de trabajar con alguien: me gusta el trabajo en equipo.
No soy una cantante solitaria, pues me gusta que me aporten
ideas. Y cuando tengo toda la información en mi mente,
cuerpo y alma, entonces le comienzo a impregnar mi esencia
y hago las negociaciones pertinentes con mi personaje.


Luego, en el caso de comedia musical, todo fluye, soy muy
obediente y respetuosa de las personas y respetuosa de la
música y del trazo escénico.


¿Qué es para ti el canto? 
Para mí, el canto es un don prestado, un don que debo
administrar con sabiduría, respeto y amor a Aquél que
me lo prestó. Sé que daré cuentas de lo que haga con este
maravilloso don. Cantar para mí es como volar, llegar a
través de la voz al corazón del que escucha; si mi canto no
toca el corazón, entonces no está bien encaminado.


Estar arriba de un escenario es vida para mi alma. Lo he
vivido desde niña y es algo que nunca quiero dejar de hacer.
Amo el teatro, cada puesta me lleva a amarlo con más
intensidad.


Por ahora no regreso a México, pero yo te mantendré al
tanto de mis actividades por acá y te avisaré de los nuevos
proyectos. Un abrazo enorme para ti y todos tus lectores.
Dios los bendiga. o


José Noé Mercado


Pro ópera


http://www.proopera.org.mx/pasadas/enefeb/revista/14entrev_enefeb.pdf

Videos de Musica Cristiana:




jueves, 21 de abril de 2011

Una cantante mexicana fuera de serie: Claudia cota

Parada en frente del auditorio, ataviada simplemente común largo vestido de un color rojo discreto, es menudita, delga-dita, hermosa. Cuando habla, su voz es suave. Su sonrisa es dulce. Pero entonces la pianista toca una introducción y de repente la joven Claudia Cota electrifica al público con su extraordinaria  voz de soprano.
Los que vieron la obra musical “El fantasma de la ópera" en un gran teatro de la ciudad de México, escucharon extasiados a la joven del mundo subterráneo con su increíble canto. Ella hizo ese papel 400 veces. Su actuación como Cosette en "Los miserables" alcanzó 700 representaciones. Ha ganado importantes premios en México e Italia. De los clásicos, canta Brahms, Bach, Vivaldi, Donizetti, Puccini, Verdi, Gliere.
En un disco producido recientemente por Israel Ramírez Sabag, compositor contemporáneo, ella parece un ángel del cielo con su delicada interpretación del solo "La paz os dejo".
Pero el concierto que Claudia ofreció el Domingo de Ramos en el repleto auditorio de la escuela Sara Alarcón, no lejos de la torre de Pemex en el DF, fue muy especial. Titulado Cantos de triunfo y esperanza, patrocinado por la Iglesia metodista  Getsemaní, el programa incluía 14 obras modernas que hablan de la salvación y la fe en Jesucristo, introducidas cada una por Claudia con una sencilla invitación de compartir el gozo y la paz que ha hallado en su relación personal con Dios, entregándole toda la gloria a él. Hasta el diario Reforma tomó nota del concierto. Definitivamente, ¡fuera de serie!
http://www.milamex.com/

Fotos La Bella y la Bestia Mexico 2007:






Videos de Los Miserables Mexico 2002 - 2004: